Fuente: http://www.expansion.com/actualidadeconomica/analisis/2017/08/04/59841e65e5fdeafb4c8b4666.html
Hace unos días llamé por teléfono durante su tiempo libre a uno de mis subordinados, si es que todavía se puede usar esta palabra sin afrontar el ataque de los guardianes de lo correcto. No respondió, como era de esperar, pero devolvió la llamada al poco tiempo, como cabía suponer entre gente civilizada. El asunto era modesto aunque corría prisa. Debía recordarle que introdujese sin demora posible en la web de la revista el asunto acordado, ya fuera de las horas de trabajo. Soy un jefe momentáneamente histérico pero en el fondo muy plausible, de manera que el cruce de información fue absolutamente eficaz. Me comentó que estaba en el cine viendo 'Dunkerque', un filme que destacó vivamente, y que por supuesto he visto, gracias a su sugerencia.
Pero estos hechos tan sencillos y banales, esta manera de trabajar cooperativa y diligente, tienen los días contados. La aseguradora Axa ha firmado un convenio colectivo con el sindicato Comisiones Obreras que reconoce por primera vez el derecho a apagar el móvil fuera del trabajo. Naturalmente, la iniciativa ha provocado una acogida entusiasta entre los progresistas de la nación, y también entre la gente conservadora que tiene al mismo tiempo un corazón blando. Digamos que un corazón socialista. Toda esta tropa está de acuerdo en que por fin se ha reconocido una suerte de derecho natural. Nuevo, pero tan natural como otros notoriamente absurdos, aunque constitucionalmente reconocidos como el derecho al trabajo, a la vivienda o a la salud, que de ser realmente genuinos hace tiempo que habrían transformado España en la Arcadia feliz: una gran nación con pleno empleo, un piso por ciudadano y todos con un físico a prueba de bomba.
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